30 marzo 2008

15/08/2007: UN DIA QUE JAMAS OLVIDAREMOS

Algunos días después de aquel fatídico terremoto, y mientras caminaba solo por las oscuras calles de Pisco, empezaba a tomar conciencia de que nos había tocado vivir los momentos más dramáticos de nuestra historia moderna y pensando en todos aquellos que habían muerto trágicamente aquel día, fue que me hice la firme promesa de contar lo vivido. Hoy después de aproximadamente 7 meses, me atrevo a cumplir esa promesa.

Miércoles 15 de Agosto del 2007: Eran las 6 de la tarde, poco a poco el cielo empezaba a oscurecerse marcando el final de un día que había transcurrido apaciblemente, estaba escribiendo un documento en la PC de mi pequeño negocio, mientras meditaba sobre la conversación que había tenido con mi madre el día lunes y que se había quedado inconclusa (ya no recuerdo porque circunstancias) y, sin entender porque, una leve tristeza se apoderaba de mi. Mientras tanto, afuera la vida continuaba y nada hacia presagiar lo que estaba por suceder.

Pensaba también en que ya era hora de que mi hijo Oscar regresara de la casa de unos amigos a quienes había ido a visitar, mientras que mi esposa Olga con el pretexto de salir a comprar, convencía a mi hija Alexandra para ir juntas para que no vaya a chater con sus amigos a una cabina de internet (después mi hija comprendería que este cambio de planes le salvó la vida).

El reloj marcaban las 6.40 y hacía apenas un par de minutos que mi esposa y mi hija se habían despedido con el compromiso de regresar pronto, pues que teníamos una reunión en la Parroquia. Me había quedado solo en la casa y estaba concentrado en el tipeo de un documento, cuando un fuerte remezón me puso en alerta, nunca se me ocurrió pensar de que se estaba iniciando la tragedia que Pisco nunca podrá olvidar.

El departamento de Ica es una zona de regular actividad sísmica por estar ubicada sobre la Placa de Nazca, y aunque no son constantes los movimientos teluricos, estábamos acostumbrados a que de vez en cuando un temblorcito nos asuste un poco. Hace algunos años atrás cuando en el Perú se pronosticó un gran terremoto, el Instituto Nacional de Defensa Civil inició una campaña de concientización sobre la prevención de desastres. Fue desde esa época, que con mi familia decidimos estar preparados para cualquier eventual desastre y tomamos algunas medidas, como el de tener un maletín con algunos elementos necesarios para estos casos, la ruta de escape y lo principal fue que ubicamos el sector más seguro en caso de un fuerte sismo; con el transcurrir del tiempo esta práctica se haría un hábito.

Acostumbrado a que nada grave ocurriese, yo era de las personas que cuando había un temblor no salía corriendo, me quedaba allí esperando a que éste terminase. Pero en aquella oportunidad fue diferente, apenas se inició el movimiento, algo o alguien dentro de mí, me hizo comprender en cuestión de segundos que esto era sumamente grave, simultáneamente la energía eléctrica se fue en toda la ciudad y me quedé completamente a oscuras, y aunque estaba cerca de la puerta de calle, corrí hacia adentro buscando nuestra zona de seguridad.

La casa donde vivía tenía aproximadamente unos 50 años de antiguedad y había sido construida con materiales de adobe y quincha, era la casa de los padres de mi esposa y fuí a vivir allí cuando nos casamos, durante 19 años este fue el ambiente en donde nos tocó vivir momentos muy alegres como también tristes. Una fuerte carga emocional nos unía a esta casa, pues aquí nacieron mis hijos, el primero a quien pusimos por Ulises murió en el vientre de su madre cuando estaba por cumplir los nueve meses; mi segundo hijo fue mujer y nació en Chincha, debido a que después del fallido embarazo, Olga se puso en tratamiento con un médico que trabajaba en Chincha. Tiempo después mi esposa estaba embarazada, y en una oportunidad cuando ya tenía ocho meses, regresabamos de Lima a Pisco de hacer unas visitas familiares y durante el viaje se sintió mal, por lo que decidimos bajarnos antes en la ciudad de Chincha para que su médico le hiciera un chequeo, inmediatamente fue internada y al otro día un 28 de Marzo, nació nuestra hija Alexandra Elena. Nuestro tercer hijo fue varón y le pusimos por nombre Oscar Alberto (Oscar en memoria de Monseñor Oscar Romero y Alberto por su abuelo materno), él también nació en Chincha.

Cuando llegué al patio y me ubique en la parte central, recién empecé a comprender lo grave del asunto, pues el temblor no tenía cuando terminar y los movimientos eran cada vez más fuertes, parecia que la tierra iba estallar en cualquier instante o que se iba a abrir bajo mis pies. En esos terribles momentos, sentí que el demonio estaba furioso y quería acabar con nosotros En donde estaba podía escuchar ruido de golpes, de cristales que se rompían, los gritos de terror, el llanto de las personas. Clamé fuerte a Dios y me puse a orar, hasta que la tierra dejó de temblar, fueron minutos interminables.

Siempre había escuchado de quienes practican deportes de alto riesgo que sentían en su cuerpo "full adrenalina", ahora comprendo porque, pues aunque estaba viviendo los momentos más terribles de mi vida, debo confesarles que no sentía miedo, la adrenalina que corría por mis venas me infundían el valor y la serenidad, solo quería estar vivo. Los movimientos fuertes ya habían cesado, pero la tierra continuaba meciendose suavemente, fue entonces cuando decidí salir a buscar a los míos.

Eran tantos los años transcurridos en esa casa que ya me la conocía de memoria, esto me ayudó pues en esos instantes la oscuridad era total. Me parecía estar protagonizando una pesadilla de la cual no podía despertar y en la que el tiempo no existía, con cierta dificultad atravese el comedor, y a pocos pasos de la puerta me encontre con un cuadro tremendo, gran parte de la fachada de mi oficina y toda la pared de mi dormitorio se habían derrumbado hacia la calle. Sobre lo que había quedado de la pared del dormitorio vi una silueta, era mi hijo que angustiado me estaba llamando, a gritos le respondí que estaba bien y así traté de tranqulizarlo, solo pudimos abrazarnos un momento, como pudimos pasamos por encima de los escombros, fuimos a buscar a Olga y Alexandra, no sabíamos que donde estaban, felizmente metros más adelante nos encontramos y nos juntamos en un abrazo.

Por un espacio de unos 15 minutos estuvimos indagando por la suerte de nuestros vecinos y tratando de darnos valor unos a otros. Luego junto con mi esposa e hijos decidimos ir a buscar a mi mamá. Lo más terrible me faltaba por vivir.

(continuará ....)


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Habla pendejazo, te voy a confesar una cosa, ¡¡ me han gustado tus fotos!! a ver cuelgate otra fotito, otra fotito... a ver otra fotito....... a ver si te das un salto por año nuevo para ir a comer un chaufa con tu amiga.

mariella andia dijo...

me imagino como se sintio amo a mi madre y pensar que algun dia la puda perde mee aterra, cuando no s a donde voltear ni a donde ir siempre esta ella aparece cuando menos m imagino, aveces renieg con ella pero al final se que tiene razon, aunq m cuesta aceptarlo; me enseñaron a ser fuerte, valiente, levantarme y enfrentar mis temores, mis errores pero poco me nseñaron a pedir perdon y eso m cuesta mucho, pero con mi madre al lado me siento distinta, y si usted ama como yo amo a mi madre immagino los mommentos mas aterradores que vivio teniendola cerca y no poder hacer nada, solo nos queda rezar por q la naturaleza no se ensañe nuevamente con los nuestros...